Cuando fuimos comisionados de la CLICAC, allá por los años finales de la década de los 90, nos enfrentamos a una situación similar a la que existe actualmente con respecto al etiquetado frontal de advertencia nutricional. Y había una necesidad de cumplir la Ley 29 de 1996, específicamente de que los proveedores, importadores y fabricantes tenían la obligación de colocar la fecha de expiración en cada uno de sus productos.
Solamente piensen el desbalance que había en la función consumo que, previo a esa fecha, los productos en Panamá no requerían tener las fechas de vencimiento en sus empaques. Por supuesto, eso motivaba que muchos comerciantes inescrupulosos compraban saldos vencidos en el extranjero y localmente y los ponían en sus anaqueles como si fueran productos recién fabricados. Historias y anécdotas de esas experiencias abundan en mis recuerdos y están archivados en los expedientes de la antigua CLICAC.
Respetuosos de lo que la ley nos pedía, nos reunimos con la industria y los comerciantes, les explicamos la situación urgente que existía y le dimos seis meses para su adecuación y definitiva implementación.
Por supuesto que hubo lloradera, llamadas al presidente de la República y permanentes reuniones por parte de la industria para descarrilar la decisión de la CLICAC, con el argumento de que la medida generaría gastos innecesarios a los fabricantes, que tendrían que despedir trabajadores, etc. Por el lado de la CLICAC, la decisión se tomó y se inició una fase de educación, y a los seis meses comenzamos la etapa de fiscalización y vigilancia, y a los pocos días iniciamos el proceso sancionatorio con multas a los infractores.
Todos sabemos que hoy día, los productos tienen sus respectivas fechas de vencimiento. Además de ser legal y justo, es lo correcto. Imagínense por un instante si, en aquellos tiempos, siendo comisionado de la CLICAC, alguno de estos industriales o importadores se nos hubiera acercado y propuesto la ridícula idea de establecer un etiquetado electrónico para informar sobre la fecha de expiración. ¡A quién se le hubiera ocurrido semejante absurdez!
Por supuesto que lo primero que hubiera hecho es explicarle sobre el concepto filosófico de un etiquetado, que implica que la información debe estar en el mismo envase y sobre el mismo producto. Cualquier otra información adicional, es bienvenida. Pero la filosofía detrás de una etiqueta es que esté pegada al producto, que la envuelva o la cubra, y que además destaque sus atributos y proporcione al consumidor la información que requiere. Nadie en su sano juicio es capaz de sugerir un etiquetado electrónico para semejante cosa como las características nutricionales de un producto, sabiendo de antemano que el 100% de los productos ultraprocesados son dañinos para la salud, y que más de la mitad de las calorías que consumen nuestros niños y más de un tercio de nuestros adultos, provienen de estos productos ultraprocesados con altos contenidos en sodio, grasas saturadas y azúcares sintéticas.
Señores y señoras, esto no es un chasis de un vehículo, ni el contrato de adhesión de una mueblería, y mucho menos la tarifa aérea de un boleto. Aquí estamos tratando con la salud de las personas y la misma esencia del proceso de adquirir productos y comprar en un establecimiento.
Aquellos días en 1997, cuando la CLICAC inició el proceso de implementación del etiquetado de las fechas de expiración, no fueron fáciles. Sabemos que la naturaleza humana en muchos casos es mirar hacia satisfacer sus necesidades, independientemente que estas acarreen un perjuicio para la salud de las demás personas. Pero afortunadamente, producto del coraje y la valentía de los funcionarios de la CLICAC de ese entonces, la razón se impuso y hoy día el tema de las fechas de expiración es un tema superado y un caso cerrado.
En consecuencia, exhorto a los funcionarios responsables de la actual ACODECO para que jueguen un rol decisivo y aboguen por la protección de los consumidores. Igualmente invito a los representantes del MICI, MINSA y demás instancias del gobierno para que se hagan presente en la discusión de estos temas sobre el etiquetado nutricional y tomen una postura responsable en la dirección de promover la salud de los panameños.
A los miembros de las organizaciones de consumidores del país, les ruego que valoren el esfuerzo que hicimos en los años 90 y reconozcan el momento histórico que vivimos actualmente y produzcan sentimientos similares a los de entonces. Cualquier posición contraria a la de satisfacer los derechos de los consumidores, sería un acto de traición al espíritu y propósito para el cual fueron creados.
Finalmente, felicito a los miembros del Movimiento de Alimentación Saludable por su liderazgo en este proceso y por mantener una clara visión con respecto a los asuntos que promueven salud y previenen enfermedades en el país.
El autor es empresario y ex comisionado de la CLICAC
Rafael Carles
Life Blends